HISTORIA DE PANTICOSA
Parece ser que las aguas termales del Balneario de Panticosa ya se conocían en época romana, por las monedas del emperador romano Tiberio que fueron halladas en la década de los años cincuenta del siglo pasado. El nombre del río Caldarés, de origen latino, como el nombre del balneario francés del otro lado de la frontera, que se llama Cauterets, indica zona de aguas calientes, aguas termales. La primera documentación en el archivo del Ayuntamiento referente al pueblo y quiñón de Panticosa data de 1.315, aunque existe algún documento anterior a esa fecha. En ese tiempo, el pueblo de Panticosa estaba formado por cuatro vicos o aldeas, situados en pequeños promontorios, siguiendo la costumbre celta de organizarse defensivamente en puntos de mayor protección. Estos vicos eran: Santa María, San Salvador y vico de Sus, cerca de la zona donde hoy se asienta el pueblo, y el vico de Exena, a unos tres kilómetros. Otro documento de mitad del siglo XV ya no menciona el vico de Exena, que se supone desapareció en este tiempo, o se integró en uno de los otros vicos junto al pueblo, para evitar así su aislamiento. A lo largo del siglo XVI se produce la unión de los tres vicos y se crea un núcleo más compacto formado por todos ellos. Es una evolución normal, consecuencia también de haber desaparecido muchos de los peligros que habían forzado los anteriores asentamientos. No obstante, este núcleo más compacto queda partido en dos, separados por una zona de campos, aunque en los últimos tiempos esta zona también tiende a integrarse, ocupada por distintas edificaciones.
Panticosa es la cabeza del quiñón de Panticosa, compuesto por este pueblo y los de Oz de Jaca y Pueyo de Jaca. Hoy el Pueyo de Jaca se ha unido administrativamente al Ayuntamiento de Panticosa, quedando Oz como municipio con ayuntamiento propio. A su vez, este quiñón de Panticosa, unido a los de Sallent y la Partacua, conforman el conjunto del Valle de Tena. Todo este valle se ha dedicado tradicionalmente a la ganadería, apoyada por una agricultura de subsistencia y de autoabastecimiento para el consumo de la población y del ganado. Esto ha sido así durante al menos los últimos cuatro o cinco siglos. Sin embargo, en los últimos cincuenta años la mayoría de la población ha abandonado esta agricultura y ganadería, dedicándose mayoritariamente al turismo y sus servicios. De las 425 casas con que contaba todo el Valle de Tena en el año 1950, un 73% de ellas vivía exclusivamente de la agricultura y ganadería. En el año 2005 no quedaban más de una veintena de casas que se dedicaran, totalmente o en parte, a esta actividad. Ha sido un vuelco más que una evolución en la forma de vida de todo este valle y de sus pueblos y gentes.Fd.: juan José Guillén Calvo